26 de abril de 2019

El Bachillerato Nocturno: un Bachillerato como otro cualquiera

Recordamos que esta sección está abierta a la participación de cualquier miembro de la comunidad educativa que quiera compartir su experiencia.



Cuando comencé el nocturno tenía 18 años, había repetido algún curso previamente y no es que fuera un alumno ejemplar. Pero me decidí a realizarlo ya que quería cursar algún módulo superior que me abriera las puertas del mundo laboral. El hecho de que estuviera dividido en 3 años era algo que no me gustaba, ya que tardaría más tiempo en cursarlo y retrasaría toda mi formación un año. Pero por otro lado pensé que los dos años estarían divididos en tres y que la carga de estudio sería menor, por lo tanto lo podría compaginar con un trabajo de media jornada, lo cual me daría una independencia económica

Al comienzo del primer curso me di cuenta que los profesores nos trataban como adultos y que el número de alumnos en clase no era muy alto, por lo tanto la atención era mucho más personalizada y el no atender o el hablar dentro de clase era algo que tenía que quedar fuera del aula. El primer año las asignaturas eran más generales y la dificultad de las asignaturas no cambiaba mucho con respecto a la ESO. Evidentemente teníamos que estudiar y trabajar para poder aprobar, pero nada fuera del alcance y los esfuerzos realizados durante este primer curso se reflejaron en los resultados obtenidos. Algo que fue una motivación para los próximos cursos.

Durante el segundo curso comenzábamos con las asignaturas propias de cada bachillerato, en mi caso el de humanidades. La dificultad aumentó con estas asignaturas y creí que no sería capaz de poder completar el bachillerato. Pero al dividirnos en las asignaturas de cada mención, las clases fueron incluso más reducidas, con lo cual eran muy familiares y en las que no da pie a que pudieras perder el hilo de la clase. Tenía asignaturas que nunca antes había cursado como latín y griego, pero, con un poco de esfuerzo diario, nada que no fuera posible. Ese año lo terminé con resultados bastante buenos, no fueron los mejores pero todas las asignaturas aprobadas. Esto fue una motivación fundamental en mi paso por el nocturno y lo que me hizo plantearme el ir a la universidad en vez de realizar un grado superior.

El último año sabía que iba a ser el año más complicado, tenía las asignaturas más duras y de las cuales tendría que examinarme en mi prueba de selectividad. Todo esto me producía nerviosismo e inseguridad, pero el tener completado dos tercios del bachillerato me di cuenta que no había marcha atrás y que tenía que seguir adelante haciéndolo como lo estaba haciendo hasta el momento. Este año los exámenes eran constantes, los temas de cada asignatura eran más densos y el trabajo tanto dentro de clases como fuera fue constante. Es cierto que los profesores nos animaban mucho y que el plantearme ir a la universidad con mi expediente no era una locura y que podría lograrlo. Esto me dio las fuerzas de creer en mí mismo y completarlo con éxito. Cuando recibí el boletín con las calificaciones del último trimestre y había aprobado todo, no me lo podría creer. Mis profesores se sintieron orgullosos de mí, mis padres también pero lo mejor de todo fue la satisfacción personal que sentí en ese momento.

Solo me quedaba presentarme a la prueba de selectividad, pensar en las universidades o en los centros donde podría completar un grado superior en caso de no aprobar. Es cierto que esas tres semanas estuve estudiando mucho, pero, al haber realizado un trabajo progresivo a lo largo del curso, no fue un esfuerzo que nadie no pueda hacer.

Llegaron los tres días en los que había estado pensado durante este último año, estaba muy nervioso pero a la vez tranquilo ya que había realizado un trabajo constante y que a pesar de sentirme inseguro en el fondo de mí mismo estaba tranquilo. Realicé los exámenes, no hubo ninguna pregunta que me sonara a chino, todo lo habíamos trabajado en clase y lo hice de la mejor manera posible. Tras esperar los resultados unos días por fin habían llegado, nunca olvidaré el momento en el que mi madre me llamó por teléfono para decirme que habían salido las notas de selectividad. ¡Había aprobado y tenía una nota bastante buena! Tenía casi un 7 sobre 10 de nota media, tal vez no es la mejor nota pero para mí fue una subida de adrenalina impresionante. ¡Iba a ir a la universidad! Pero en ese mismo momento me dije a mí mismo “podría haber sacado más nota” a pesar de eso, había completado el bachillerato y la prueba de selectividad con éxito.

Ese mismo año comencé Magisterio de educación primaria en una universidad de Madrid, me especialicé en inglés, siempre me había gustado trabajar con niños y el inglés no se me daba mal. Tras cuatro años completé mi carrera universitaria con éxito, compaginándola con un trabajo a media jornada. Aprendí muchísimo en esos años, ya no solo en los contenidos de la universidad, sino en lo que ir a la universidad implica, el vivir fuera de mi ciudad natal, realizar un Erasmus etc..

A día de hoy he trabajado en academias de inglés preparando alumnos a los exámenes de Cambridge, he trabajado en una escuela Montessori en Dublín, en el centro de idiomas Vaughan systems desempeñando varios roles. Pero actualmente me encuentro trabajando en un colegio bilingüe con dos currículos el británico y el español, en el cual soy el especialista de inglés e imparto maths, science, arts y por supuesto inglés.

Desde luego que en mi paso por el nocturno aprendí muchas cosas, ya no solo los contenidos propios del bachillerato sino una evolución personal inmensa, maduré, aumenté la confianza en mi mismo y amistades que mantengo a día de hoy. Si estáis pensando en iniciar vuestros estudios en el nocturno os lo recomendaría al 100%, a mi me abrió muchísimas puertas en el mundo laboral y es una época que recuerdo con mucho cariño.

Aprovecho esta oportunidad para agradecerles a todos los profesores que tuve en el nocturno, todo lo que me enseñaron, el cariño recibido, la paciencia que tuvieron conmigo y la motivación que me dieron para completar todos los objetivos que me puse después de cursar mis estudios en el IES Fernando Zobel.

Un alumno agradecido.



Después de pasar por Primaria y la ESO con bastantes dificultades y poco interés el día que me dijo mi hijo que se había apuntado al nocturno en el ÍES Fernando Zóbel lloré. Me pareció en ese momento que no conseguiría nada. No sé por qué pero tenía una imagen muy negativa del turno de tardes. Pero poco a poco me fui dando cuenta de lo equivocada que estaba.

Sólo puedo sentir agradecimiento hacia el excelente equipo de profesores, que con su dedicación y trabajo consiguió motivar a mi hijo, ayudarle en su trabajo y participar en su proceso de maduración.

La meta era terminar el Bachillerato y lo consiguió!!

Después nos sorprendió cuando se animó a continuar sus estudios en la universidad durante 4 años. Me alegra mucho decir que también terminó su carrera hace tiempo y actualmente es profesor en un colegio.

Estoy convencida que su paso por el nocturno ha sido fundamental en su formación tanto académica como personal.

Madre de un antiguo alumno